Un gesto que se repite con mucha frecuencia y que puede parecernos inofensivo. Nos duele la cabeza o estamos resfriados y nos tomamos una pastilla o un jarabe que ya habíamos probado en alguna que otra ocasión cuando presentábamos los mismos síntomas. Sin embargo esta práctica puede llegar a ser peligrosa cuando se convierte en algo muy habitual y se exceden las dosis.
Es lo que se conoce como la automedicación y hoy en Farmacia Carrascosa vamos a alertar sobre algunos de los peligros que vienen de la mano de la misma.
La automedicación: peligros
Lo mejor en todos estos casos es hacer un uso responsable de los medicamentos, además de contar siempre con el visto bueno y el consejo del médico o bien haber preguntado a tu farmacéutico. Incluso cuando se trate de un simple dolor de espalda que se repite de vez en cuando. No sabemos a qué puede deberse.
De lo contrario nos arriesgamos no solo a que no tenga efecto sobre nuestro problema de salud, sino que nos traiga otros más graves debido a esa ingesta incorrecta y descontrolada de ciertas medicinas.
Eso por no hablar de lo que nos ocurriría si mezclamos sin saber medicamentos que pueden tener interacciones entre ellos, si tomamos una medicina que puede agravar una patología previa que tengamos o si llegásemos a una situación de dependencia o adicción al medicamento.
Esto se explica mejor si ponemos un ejemplo práctico. Es el caso de automedicarse cuando una mujer está embarazada: existen fármacos que son fácilmente absorbibles por la placenta y que pueden provocar graves daños al feto.
Buenos hábitos con los medicamentos
Lo más importante es seguir siempre las indicaciones del médico donde, entre otros consejos, nos explicará que no se puede interrumpir un tratamiento farmacológico cuando nos apetezca y de ‘golpe y porrazo’, ni tampoco alargarlo más de lo necesario en el tiempo. De la misma manera, el medicamento que estamos tomando para una patología puede que no ayude a otra persona; así que, nada de recomendar ningún medicamento como si el médico fuésemos nosotros.
Entre los buenos hábitos, tampoco se debe modificar la presentación o administración de un medicamento. Por ejemplo, si se trata de una píldora que no se puede masticar, no lo hagas ni tampoco la cortes. De la misma manera no es bueno abrir las cápsulas ni verter el contenido mezclado con comida. La reacción en el organismo podría no ser la misma.
En definitiva, lo mejor es seguir estos consejos saludables y no ser parte de estas cifras: se calcula que entre el 10 y el 30 % de la población se automedica y, de ese porcentaje, hasta un llamativo 70% reconoce que ha tenido alguna reacción no deseada por esa ingesta sin control y sin sentido común de los medicamentos.